miércoles, 1 de diciembre de 2010

texto sobre debates politicos

Meaningful Political Debate in the Age of the Soundbite
Stephen Coleman

Debates políticos

La importancia de los debates para los procesos democráticos es un tema que da para un amplio debate. Sin embargo, lo que ninguno de los teóricos de la materia discuten es que existen dos requisitos mínimos para la existencia de la democracia: la posibilidad de votar y la oportunidad de acceder a una instancia de deliberación pública de las ideas. En una suerte de juego del huevo y la gallina, no tendría ningún sentido debatir si después no es posible votar, como tampoco lo tendría votar sin la posibilidad de un debate de ideas. Así lo han expresado algunos de los más grandes teóricos de la ciencia política. Sartori por ejemplo decía que la libertad de la sociedad para poder formar su propia opinión es la “sustantiva y efectiva fundación” de la democracia; mientras que Robert Dahl afirmaba que dos elementos distintivos de un proceso democrático son: la posibilidad de votar, a través de un proceso en el que los ciudadanos puedan tomar sus decisiones expresando sus preferencias y opiniones.
Sin embargo, y a pesar de las afirmaciones de una gran cantidad de especialistas en la materia, una de estas cuestiones fue soslayada durante muchísimo tiempo. Mientras que la idea de que el voto es prioridad de una democracia, la creencia de que una cultura democrática es capaz de sobrevivir aun en ausencia de deliberación pública logró perpetuarse. Esta ilusión de una democracia “no deliberativa” tuvo como consecuencia una marcada declinación en el interés público sobre las elecciones y una preeminencia (lógica y deseada) de las elites en el establecimiento de la agenda.
El recupero de la participación y el interés público en todo lo referido a la política fue lento pero progresivo. Si buscamos en el tiempo signos de discusión de ideas con alguna participación o conocimiento de las mismas por parte de los ciudadanos encontraremos las primeras reseñas allá por el siglo XVIII (dejando de lado los tiempos de Socrates) cuando en la Inglaterra de 1783 los periodistas podían ingresar a la Cámara de los Comunes y tomar algunas pequeñas notas de las cuestiones que allí dentro debatían los “representantes” del pueblo.
Esta idea de que los ciudadanos merecían conocer al menos una parte de la información fue tomando forma a medida que se expandió la idea de la participación en los sistemas democráticos. Si bien no era necesario que intercedieran de manera efectiva en la toma de decisiones, los políticos comenzaron a utilizar la idea de plataformas electorales públicas como una forma de obtener el apoyo de los votantes
Pero si debemos marcar un hecho que sin dudas ha transformado a las elecciones políticas como fenómenos en si mismos este es la aparición de la televisión como medio masivo de comunicación. Según el autor del texto las “elecciones son hoy eventos televisivos”. Si bien es cierto que el primer debate presidencial transmitido por televisión no tuvo lugar hasta 1960, los productores del medio vieron (desde los albores de la TV) el valor dramático que contenía la transmisión de un debate al público. Por ello se realizaron distintas experiencias a lo largo de los años, en las cuales se mostraron, por ejemplo, debates entre candidatos de partidos en elecciones primarias. Ya en estas primeras experiencias, allá por 1948, los productores de televisión vieron lo interesante de un fenómeno que para los políticos sonaba hasta “peligroso”, ya que todo se debatía en términos de ganadores y perdedores.
El primer debate presidencial transmitido por televisión (Nixon – Kennedy) marca sin dudas un antes y un después en la materia, a tal punto que en la actualidad la mayor parte de la literatura referida al tema proviene de los catedráticos estadounidenses. Esto, según marca el autor, tiene su lógica en que la cultura estadounidenses está signada por una marcada incidencia de la televisión, además del hecho de que la elección del presidente de ese país es un fenómeno de importancia mundial.

Debates televisivos: su efecto para la democracia
La cuestión de si los debates televisivos tienen una incidencia positiva o negativa para el proceso democrático forma parte de una discusión entre académicos bastante extensa. A continuación se detallan los argumentos de quienes se encuentran de uno y otro lado de la disputa:
Los debates son buenos para la democracia porque:
- Los debates son la mejor forma de llegar a un gran número de votantes. Ellos se nutren de información política a través de la televisión más que de otra fuente. La posibilidad de ver estos debates brinda a los votantes una herramienta más a la hora de decidir por quién votan y porque lo votan.
- Existe un impacto educativo en los debates. Además de brindar a los votantes la posibilidad de conocer mejor al candidato que van a votar, los debates permiten a la ciudadanía aprender sobre política y disparan discusiones en otros ámbitos de la vida cotidiana.
- Los debates televisivos permiten a los políticos igualar el acceso a los medios masivos de comunicación. Es una posibilidad para que los políticos que poseen un aparato pequeño, o un menor poderío económico (en términos de campaña y publicidad) puedan mostrar sus propuestas a los votantes en un horario central de televisión.
- Los debates permiten generar una sensación de cercanía entre los políticos y los ciudadanos. Para ellos es una forma de tener al candidato en el living de su casa.
- El debate es una manera de exigir a los políticos que estén al tanto de las ideas y propuestas de sus rivales. En tiempos donde cada político solamente muestra y promociona su propia imagen, un debate requiere un conocimiento más profundo sobre los planes de otros candidatos.
Los debates no son buenos para la democracia porque:
- Los debates son meros shows políticos enmascarados. En realidad lo que se lleva a cabo es una conferencia de prensa simultánea entre dos candidatos.
- Los límites de tiempo establecidos en los debates políticos no son lo suficientemente amplio para que los candidatos desarrollen sus ideas con profundidad.
- La cuestión de la imagen adopta demasiada prominencia soslayando cuestiones de mayor importancia. El caso Nixon – Kennedy es un claro ejemplo de que algunas veces los votantes acaban decidiendo en base a la imagen que les venden sin analizar con profundidad los temas tratados.
- El hecho de que las interpelaciones a los candidatos sean realizadas por periodistas o analistas especializados aleja a los ciudadanos de la posibilidad real de participar en los mismos.
Respecto de esta última cuestión se genera una segunda controversia entre quienes afirman que es esencial la participación de la ciudadanía interpelando a los candidatos y quienes defienden la posición de los especialistas a la hora de conducir los debates. Algunos sostienen que, a la hora de debatir, los políticos prefieren los cuestionamientos livianos del público en general antes que los interrogatorios sofisticados y experimentados de especialistas en el tema. La crítica a esta posición radica básicamente en que el énfasis en la participación de la audiencia reduce los estándares racionales de un debate democrático rebajándolo a niveles de discusiones emotivas y experimentales. Sostienen que es preferible que los políticos tengan que enfrentarse a los entrevistadores, al menos hasta que los ciudadanos adquieran las herramientas para poder participar conscientemente en deliberaciones públicas.
Del otro lado de la discusión están quienes afirman que, en última instancia, lo más sano para la democratización sigue siendo la participación ciudadana. A modo de crítica a quienes prefieren el “control de los periodistas” en los debates lanzan una pregunta: si los ciudadanos se encuentran lo suficientemente maduros para votar y elegir a sus gobernantes, ¿Por qué no van a estarlo para debatir públicamente o interpelarlos?
A modo de conclusión vale decir que sea cual fuera el modo en que se lleve a cabo un debate político, siempre será preferible a la no existencia de los mismos. En épocas donde las nuevas tecnologías avanzan a pasos agigantados permitiendo nuevas formas de participación ciudadana, tal vez debería buscarse una nueva forma de que el público pueda ser parte, más allá de la televisión. Es cierto que al respecto existen algunos avances en la materia. Al fin y al cabo los cambios desde los primeros debates hasta la actualidad han sido sustanciales, por lo que seguramente sea cuestión de tiempo para que podamos ver una nueva modalidad de debate, en la que todos podamos ser, en mayor o menor medida, parte del proceso democrático.

Un cable interesante

Dentro de los 250.000 cables que se desclasificaron hace unos días El País publicó hoy uno que creo que es realmente relevante para todos nosotros como argentinos.
Peguenle una mirada a ver que les parece.... a mi cuanto menos, me preocupa
Saludos

Link a la pag

viernes, 26 de noviembre de 2010

La politwita

Politwita es el término que ya algunos comenzaron a acuñar para hablar de la comunicación política vía Twitter. La primera vez que leí esta palabra fue en un artículo publicado por Samar y García el miércoles pasado en Página 12.

Lo que plantean estos dos licenciados en Comunicación es que si bien el Twitter es un gatekeeper transparente y como tal acerca más a los políticos con los ciudadanos reduciendo así la dependencia de los medios masivos de comunicación, tiene ciertas restricciones.

La primera y la más obvia es que hay que reducir los mensajes a 140 caracteres. Es imposible poder sostener un debate profundo en tan pocas palabras. Esto, según plantean los autores, banaliza el discurso y contribuye a la espectacularización de la política. Los políticos quedan subsumidos en una suerte de show mediático en la cual abundan las frases fuertes, que generan impacto sin argumentos sólidos. Así, la comunicación política queda más cercanas al marketing y se empobrece el debate.

El argumento del artículo es que si bien Twitter puede contribuir en algún punto a la comunicación directa entre políticos y ciudadanos, no toda la política puede pasar por Twitter. Como contraejemplo, los autores mencionan el caso de Wikileaks y la decisión de su fundador de seleccionar una cantidad de documentos con información sensible y recurrir a los gatekeepers más reconocidos en el mundo para su publicación: The New York Times, The Guardian y Der Spiegel. Esto permitió que los lectores no sólo tuvieran el material en crudo disponible en la web sino que pudieran disponer del análisis de estos datos por los periódicos más reconocidos del mundo. Es este tipo de función la que Twitter no puede cumplir y por eso ese valor agregado de información más análisis sigue todavía en manos de la prensa escrita tradicional.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Plataforma online de Alfonsín

No se pierdan el portal que presentó ayer Ricardo Alfonsín para incentivar el debate y construir su plataforma política. Entren acá y después comentamos.

jueves, 18 de noviembre de 2010

The Political-Media Complex at 50: Putting the 1996 Presidential

El trabajo de David Swanson argumenta las relaciones entre los políticos y los periodistas durante el proceso que durarán las campañas electorales en Estados Unidos. En la década del ’90, esta relación empezó a ser armónica y fue aumentando con el tiempo, también la forma en que ambos se relacionaban con el público.

Las instituciones políticas y periodísticas tienen diferentes culturas, agendas y necesidades institucionales que las colocarían en una situación de conflicto, por lo que deben cooperar, para entenderse durante este periodo electoral, creando prácticas diferentes a las habituales.

La compleja relación político-mediática, según Swanson, tiene sus orígenes en los rápidos cambios sociales y políticos que se produjeron inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, con el objetivo de mantener la relevancia y la influencia en el proceso electoral.

La televisión, para la década del ’60, ya asume el rol, primero del entretenimiento, y luego, de la información. Y en esta década, las noticias y las publicidades políticas fueron difundidas por este medio. La TV se convirtió en el principal canal por el que la mayoría de los estadounidenses afirmó haber recibido la mayor parte de la información sobre política y gobierno.

Con el transcurso de los años la dinámica de la relación político-mediática se fue consolidando, y los cambios sociales, obligaron a que sus prácticas se adaptaran a lo que se llamó “el proceso de publicidad moderno”. En este proceso los candidatos debían llevar a cabo estrategias de marketing, principalmente, para conocer cuál era su mercado. En estos últimos años la escena política es muy compleja y los candidatos deben diferenciar sus posiciones para ofrecerles soluciones eficaces a los públicos.

Se fueron perfeccionando las técnicas de manipulación, explica Swanson, y los periodistas necesitaban demostrar su independencia de estas manipulaciones, encontrando el resultado en la presentación de informes con un estilo más interpretativo de las campañas. Los candidatos tenían menos oportunidades de expresar sus propias palabras, se les fue reduciendo el tiempo con el que contaban en sus exposiciones.

Para las elecciones de 1992, los candidatos Bush, Clinton y Perot, estaban en continua lucha contra los periodistas para fijar el control de la agenda y el derecho a formular lo que se recibió como interpretación de sus eventos y temas de campaña.

El trabajo de Swanson, luego de marcar los orígenes y la evolución de la relación entre el periodismo y los políticos en las campañas electorales, hace hincapié en el proceso estadounidense de 1996 que enfrentaba a Clinton y Dole.

Si bien no había demasiadas noticias nuevas en la campaña de 1996, los medios de comunicación la cubrieron ampliamente, siendo muy críticos en la mayoría de los programas. La característica más importante que tuvieron estos programas fue la de darle la oportunidad a los votantes de escuchar a otros votantes expresando sus opiniones y preocupaciones.

Por otra parte, el autor asegura que la audiencia para los programas políticos de la televisión había estado disminuyendo durante varios años, como consecuencia, entre otras cosas, de la proliferación de alternativas de fuentes de información y posibilidades de participación. La pérdida de espectadores fue mayor entre las personas más jóvenes.

Más de diez años después se ejemplifica a su máxima expresión en las elecciones que ganó Obama, en la que la televisión fue importante, pero el principal medio de comunicación fue internet.

La campaña de 1996 registró un aumento de magnitud, con respecto a 1992, en el servicio online basado en Internet desarrollado por los candidatos, los partidos, los medios de comunicación, y grupos de todo tipo. El nuevo medio le daba la posibilidad a la comunicación política de desarrollar una capacidad interactiva nunca antes vista, y hacia públicos específicos, aunque en aquel entonces no se aprovechó lo suficiente y las estrategias de las campañas se basaron en los “talk-show” televisivos.

Sin embargo, para Swanson la fragmentación de la audiencia, la disminución de los medios de masas y el aumento de espacios especializados, crean un problema particular. La sociedad pierde un espacio en común donde expresar y deliberar acerca de sus esperanzas y preocupaciones, un lugar donde compartir y debatir información política.Escuchar

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martes, 16 de noviembre de 2010

Elecciones y campañas presidenciales en América Latina

Campañas electorales presidenciales
(Crespo, Garrido y Riorda)

Tendencia a la norteamericanización de las campañas electorales en América Latina.
Hay elementos comunes de las campañas en EEUU, pero se deben contextualizar en América Latina. Los más destacados son:
-Disminución de la identificación partidaria
Hay una creciente pérdida de importancia y legitimidad de los partidos políticos. El voto se va desprendiendo de la lealtad partidaria. Y se originan lealtades centradas en personalidades antes que en partidos.
-Aumento de la importancia de las encuestas
Hay una "cultura de la opinática", un aumento de los sondeos y de la demanda de los mismos.
-Domina un lenguaje de transmisión de los medios en formatos deportivos
El concepto de "horse race presentations" alude al lenguaje de las carreras de caballos. Cuando en los medios hablan de la posición de los candidatos, los muestran como empatados (cabeza a cabeza), ganando o perdiendo por poco margen. En los debates, la transmisión se parece a una pelea de boxeo, se usan términos como golpe bajo, arremetida, defensa, ataque, etc.
-Los medios locales ganan espacio en la estrategia mediática, y en general, la campaña se desarrolla cada vez más en los medios, sea por publicidad paga o de contenidos de relaciones públicas.
-Cada vez hay más fundraising
Quizás la característica central en América Latina sea la falta de transparencia en las cuentas de los partidos, la ayuda estatal desigual, el uso de fondos de manera arbitraria y discrecional, los aportes extranjeros anónimos, los aportes en especie (por ej. espacios publicitarios), y la falta de sistemas de rendición de cuentas.
-Aumento de la visualización de la política, la política simbólica y la política en fragmentos (sound bites)
Gran parte de la comunicación electoral fluye por los spot de publicidad cuya duración puede variar, pero que promedian en los 30 segundos de duración o menos. Estudios demuestran que la retransmisión de la palabra de un político en un informativo ocupa cada vez menos tiempo (pasó de ocupar en promedio más de 40 segundos en 1968, a ocupar menos de 10 segundos en la actualidad).

El modelo latinoamericano se presenta como una síntesis entre lo moderno y las prácticas más tradicionales.
Para los autores, la verdadera tendencia desde el punto de vista electoral en América Latina es la "no tendencia", debido a:
*el aparato partidario sigue teniendo un papel preponderante,
*todavía existen prácticas propias de los partidos de masa. Ganar la calle sigue siendo la consigna en casi todas las campañas (reparto de votos y folletos, pintadas en paredes, movilización para los actos, caravanas, etc.),
*la tendencia hacia la "publicidad negativa".

La "no tendencia" del siglo XXI

A- La ideología del mensaje
La llamada sociedad de comunicación de la era electrónica, donde hay más posibilidades de intercambios e interactividad, con frecuencia produce un empobrecimiento de los contenidos políticos.
No hay elemento más fuerte que un eslogan, aunque los mismos no muestran contenido, sino que intentan reflejar posiciones bien abarcativas e inclusivas.
(Por ej. Elecciones 2006 en Chile, Michelle Bachelet con eslogan: "Estoy contigo". En segunda vuelta, el eslogan fue más inclusivo [multitarget]: "Bachelet Presidente, por Chile, por la gente").

B-La personalización y homogeneización del mensaje
Los políticos y ya no la política son los protagonistas. Hay una celebración incesante de la imagen. Los medios tienen gran interés en presentar personas en lugar de información.
La personalización de la política es algo viejo. La novedad es, que antes, eran líderes con partidos. Ahora, los líderes miden más en las encuestas que los propios partidos a los que representan.
La homogeneización consiste en la relativa desideologización o despolitización del mensaje. Se concentra en llamar la atención sobre hechos que puedan interesar a todo el mundo, es decir, noticias para todos los gustos, evitando todo lo que pueda segmentar.
Generalmente se dejan de lado hechos que la audiencia ciudadana debería conocer. Por ej. se hacen extensas crónicas de la vida privada de los candidatos y se destinan pocos minutos para difundir las plataformas de los partidos, porque se presupone que la política es aburrida y que la audiencia inmediatamente puede hacer zapping.

lunes, 15 de noviembre de 2010

celebrity politician

Chicos, hoy salio una nota en La Nacion que se titula "kirchner rockstar", está buena para los que estén trabajando ese tema, es una onda lo que apareció en la portada de Barcelona pero explicado al detalle, como la muerte es una manera también de inmortalizar a la persona.
Bueno si les sirve, bienvenido sea,

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1324884