lunes, 7 de abril de 2008

El debate, la herramienta electoral

En una época donde la televisión comenzaba a ser gran protagonista de la vida diaria de millones de habitantes, Kennedy y Nixon dieron en 1960 el primer debate en vivo y en directo de dos personas que buscaban la ansiada presidencia de los EU.

Cada uno de ellos tenía su rol dentro de la emisión televisiva; por un lado, el hombre de imagen atractiva y "positiva" como Kennedy y del otro, el tipo raro, extraño y poco llamativo, el típico conservador republicano.

Los dos jugaron su respectivo papel y el resultado fue que el entonces joven Kennedy resultó ganador del debate y de las elecciones, mientras que la imagen del contricante quedó limitada a segundo plano.

¿Cuál fue el efecto a nivel masivo de este suceso en los EU? El afamado presidente demócrata fue inmortalizado tres años después tras su misteriosa muerte en la ciudad de Dallas, Texas. Nixon, por su parte, logró finalmente su obsesión de ganar la presidencia para ser juzgado por el también afamado escándalo Watergate y ser encasillado por siempre.

Independientemente del curso de los hechos, desde entonces la aparición del debate televisivo parece ser la solución más precisa para lograr la victoria de una elección presidencial, o por lo menos, llamar la atención de los posibles votantes, no solo en los EU, sino en muchos países del orbe, incluyendo Latinoamerica.

Los modelos para dicho acontecimiento se copian, a veces de manera inmisericorde ante las cámaras, sin importar el rumbo que tome la elección, ni quién las haga. En las elecciones presidenciales en México realizadas en 1994, cuatro meses después del levantamiento del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en Chiapas y apenas dos meses después del misterioso asesinato del candidato del partido oficial Luis Donaldo Colosio, su suplente, Ernesto Zedillo, mostró una imagen gris en el primer debate realizado en dicho país cuando compitió en horario estelar ante el aspirante de la derecha, el panista Diego Fernández de Cevallos, y ante el de la izquierda, Cuauhtémoc Cárdenas.

Por unanimidad ante la opinión pública y gracias a su imagen con actitud retadora, frontal y ofensiva, Fernández de Cevallos se llevó el triunfo ante las miradas complacientes de los votantes con ganas de un cambio de rumbo en México, y con ese ambiente, todo parecía indicar que el partido en el poder dejaría de serlo tras 65 años consecutivos de estar ahí. Sin embargo, al siguiente día, a tan solo dos meses de las elecciones, el candidato ganador del debate dejó su campaña a un lado y entonces, el aspirante oficial no tuvo problemas para ganar, una vez más, en las urnas.

El debate presidencial es una pieza fundamental en la campaña por el poder y la televisión, la herramienta principal para ello. No lo dudemos. Por Oscar Zamora

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